lunes, 28 de abril de 2008

Correspondencias IV

Saul Bellow, cuando le preguntaron que le generaba haber recibido el premio Nobel:

"No lo sé, todavía no he escrito acerca de ello".

Pauline Kael, célebre crítica cinematográfica norteamericana:

"Nunca sé lo que pienso de una película hasta que termino de escribir la crítica"

.

domingo, 27 de abril de 2008

Crónica de una derrota

Con cierto esfuerzo, no lo niego, los otros días reprimí la tentación de esbozar alguna pista acerca del último Ininterruptus de Párrafus.
Pensé en escribir, por ejemplo:
“El nombre del autor de anoche es uno de los que barajamos con Cristina para ponerle a nuestro bebé; un nombre corto, como Hugo me recomendó cuando conté lo del embarazo. La última palabra del título, la que no pude recordar, es un nombre –pero femenino.”
O algo por el estilo.
Pero no lo hice. Sin ganas de escribir, como me sentí durante toda esta semana, pude controlarme y pensé -¡por una vez!- que aquello sería una jactancia inconducente.

Esa noche, el lunes, la reiterada mención de Oxford me hizo pensar que el autor podía ser un inglés. La desfachatez de la prosa me sugirió que se trataba de un contemporáneo. Y por ahí, la insistencia que me pareció notar con el tema del padre, me llevó a pensar en Martin Amis, hijo de un escritor. Llamé para preguntar si era él y, ante la confirmación, dije los dos títulos que primero recordé: “El tren de la noche” y “Agua pesada” –aunque sé que este último es un volumen de cuentos. Después llamé otra vez y dije “Luces de neón”, queriendo decir “Campos de Londres”. Pero tampoco era esa la novela.
Más adelante, recapitulé que al comienzo de la lectura, tras la mención de una estantería, se omitía una palabra. Pensé que esa palabra podía ser “libros”. Y recordé un título, parte de un título, que no asociaba con Amis, pero podría ser…
Pregunté si la respuesta correcta empezaba ”El libro de…”. Rodrigo dijo que no me podía decir eso. Entonces lancé: “El libro de Ruth”. Pero no era. Después llamé otra vez: “¿El libro de Daniel?” Tampoco.
Cómo es la memoria, ¿no? Recuperé la inicial y el sonido del nombre, pero no pude dar con “Rachel”. Y bueno, que sea Ininterruptus entonces, pensé, y no llamé más.

Al otro día busqué en casa de mi vieja un viejo suplemento cultural de Clarín con una entrevista a Amis, en ocasión del lanzamiento simultáneo, en inglés y castellano, de “El tren de la noche”. Es del 2 de octubre de 1997 y la entrevista la hizo Jorge Halperin. En el preámbulo, encontré el título completo: “El libro de Rachel”. Y esa noche, en el siguiente programa –como astutamente hiciera en el caso de César Aira-, Hugo repitió el autor. Esta vez, con “Tren Nocturno”, nueva traducción de aquella novela del 97. Ganó –esta vez sin mis pistas- Marta Sanders, de Bahía Blanca. Dos noches después gané yo (con “El silencio de los inocentes”, de Thomas Harris) y el premio fue un libro de entrevistas de Jorge Halperín.

jueves, 24 de abril de 2008

Plagios *

Divinas palabras en el libro de Rachel: "El tren nocturno dejó soledad para cuatro".

Y este es mi resumidísimo resumen de la semana. Algo feo que me pasó, o que me hicieron, me dejó mudo por unos días... con el silencio de los inocentes.

* Plagio porque imito un procedimiento de Hugo, que a veces esboza una apertura del programa valiéndose de un puñado de los títulos leídos. Y también porque me valgo de las palabras de del Valle Inclán, Amis (por dos), Halac y Harris, los autores de esta semana.

El cerebro de Paredero

marta ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Desanimado, pero firme junto al pueblo":

"Y no te olvides de El debut de la piba.

La información es de Alternativa teatral, que es una interesante página sobre teatro. Yo suelo leerla de vez en cuando, como para mantenerme al tanto de las obras que me estoy perdiendo.
Si te fijás en la columna de la derecha, hay una opción para suscribirse al boletín electrónico del sitio.
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A propósito de Expiación, pensaba la otra vez en cómo influyen los acontecimientos sobre la lista de futuras lecturas: digo, ya sabemos que cierta vez, Hugo proscribió, al menos temporalmente, los autores mencionados en cierta lista de cierto blog. Pero qué pasa si Hugo ve determinada película, ¿se inspira para elegir los textos de Parrafus? Y, si hace alguna entrevista, o algún escritor aparece en el programa de Sasturain, o algún poeta lo saluda por la calle ¿se le ocurrire agregar, o quitar sus libros del programa?
Lo comento ahora porque esto fue lo que pensé cuando vi por primera vez los avances de la película "Expiación".
Y no habían pasado dos semanas y Hugo ya estaba leyendo la novela Sábado.
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Espero que se mejore tu ánimo.
Un abrazo."

Agradezco una vez más el Comentario de Marta, pero se impone una corrección.
"...ya sabemos que cierta vez, Hugo proscribió, al menos temporalmente, los autores mencionados en cierta lista de cierto blog."
Creo que no hubo tal proscripción por parte de Hugo. Esa cierta lista nunca llegó al Blog; fue un mail privado al compañero Quique Figueroa; tal vez la confusión viene porque yo se lo mencioné a Hugo en una charla, pero no cite los autores esperados. Es más: el mismo Hugo, pocos días después, reveló que algunos de los autores de esa lista aparecieron bastante seguiditos: Lovecraft, Eliot, Conrad.
En cuanto a la influencia de los acontecimientos sobre las lecturas que Hugo elige, no puedo ni imaginar nada. Supongo que debe haber un criterio para esas alternancias de géneros, autores, épocas, paises (alguna vez pensé en invitarlo a que cuente acá, cada tanto, el origen de tal o cual elección, pero creo que sería un abuso de confianza), pero ese es el misterio más inextricable del ciclo.
Gracias por tus buenos deseos, Marta, pero creo que esta semana mi reseña queda pendiente.

lunes, 21 de abril de 2008

Otra colaboradora (justo a tiempo)

1 comentarios:

Sandra Vela dijo...

El viernes pasado hubiese preferido -- egoístamente -- que Hugo terminara con la lectura del cuenta elegido para ese día y que yo no conocía ya que en pocas líneas me atrapó.
Pero gracias a la interrupción supe que se trataba de "El Guardagujas" de Juan José Arreola.
Aquí va el cuento y algo de Arreola.

El guardagujas
[Cuento. Texto completo]
Juan José Arreola

El forastero llegó sin aliento a la estación desierta. Su gran valija, que nadie quiso cargar, le había fatigado en extremo. Se enjugó el rostro con un pañuelo, y con la mano en visera miró los rieles que se perdían en el horizonte. Desalentado y pensativo consultó su reloj: la hora justa en que el tren debía partir.
Alguien, salido de quién sabe dónde, le dio una palmada muy suave. Al volverse el forastero se halló ante un viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero. Llevaba en la mano una linterna roja, pero tan pequeña, que parecía de juguete. Miró sonriendo al viajero, que le preguntó con ansiedad:
-Usted perdone, ¿ha salido ya el tren?
-¿Lleva usted poco tiempo en este país?
-Necesito salir inmediatamente. Debo hallarme en T. mañana mismo.
-Se ve que usted ignora las cosas por completo. Lo que debe hacer ahora mismo es buscar alojamiento en la fonda para viajeros -y señaló un extraño edificio ceniciento que más bien parecía un presidio.
-Pero yo no quiero alojarme, sino salir en el tren.
-Alquile usted un cuarto inmediatamente, si es que lo hay. En caso de que pueda conseguirlo, contrátelo por mes, le resultará más barato y recibirá mejor atención.
-¿Está usted loco? Yo debo llegar a T. mañana mismo.
-Francamente, debería abandonarlo a su suerte. Sin embargo, le daré unos informes.
-Por favor...
-Este país es famoso por sus ferrocarriles, como usted sabe. Hasta ahora no ha sido posible organizarlos debidamente, pero se han hecho grandes cosas en lo que se refiere a la publicación de itinerarios y a la expedición de boletos. Las guías ferroviarias abarcan y enlazan todas las poblaciones de la nación; se expenden boletos hasta para las aldeas más pequeñas y remotas. Falta solamente que los convoyes cumplan las indicaciones contenidas en las guías y que pasen efectivamente por las estaciones. Los habitantes del país así lo esperan; mientras tanto, aceptan las irregularidades del servicio y su patriotismo les impide cualquier manifestación de desagrado.
-Pero, ¿hay un tren que pasa por esta ciudad?
-Afirmarlo equivaldría a cometer una inexactitud. Como usted puede darse cuenta, los rieles existen, aunque un tanto averiados. En algunas poblaciones están sencillamente indicados en el suelo mediante dos rayas. Dadas las condiciones actuales, ningún tren tiene la obligación de pasar por aquí, pero nada impide que eso pueda suceder. Yo he visto pasar muchos trenes en mi vida y conocí algunos viajeros que pudieron abordarlos. Si usted espera convenientemente, tal vez yo mismo tenga el honor de ayudarle a subir a un hermoso y confortable vagón.
-¿Me llevará ese tren a T.?
-¿Y por qué se empeña usted en que ha de ser precisamente a T.? Debería darse por satisfecho si pudiera abordarlo. Una vez en el tren, su vida tomará efectivamente un rumbo. ¿Qué importa si ese rumbo no es el de T.?
-Es que yo tengo un boleto en regla para ir a T. Lógicamente, debo ser conducido a ese lugar, ¿no es así?
-Cualquiera diría que usted tiene razón. En la fonda para viajeros podrá usted hablar con personas que han tomado sus precauciones, adquiriendo grandes cantidades de boletos. Por regla general, las gentes previsoras compran pasajes para todos los puntos del país. Hay quien ha gastado en boletos una verdadera fortuna...
-Yo creí que para ir a T. me bastaba un boleto. Mírelo usted...
-El próximo tramo de los ferrocarriles nacionales va a ser construido con el dinero de una sola persona que acaba de gastar su inmenso capital en pasajes de ida y vuelta para un trayecto ferroviario, cuyos planos, que incluyen extensos túneles y puentes, ni siquiera han sido aprobados por los ingenieros de la empresa.
-Pero el tren que pasa por T., ¿ya se encuentra en servicio?
-Y no sólo ése. En realidad, hay muchísimos trenes en la nación, y los viajeros pueden utilizarlos con relativa frecuencia, pero tomando en cuenta que no se trata de un servicio formal y definitivo. En otras palabras, al subir a un tren, nadie espera ser conducido al sitio que desea.
-¿Cómo es eso?
-En su afán de servir a los ciudadanos, la empresa debe recurrir a ciertas medidas desesperadas. Hace circular trenes por lugares intransitables. Esos convoyes expedicionarios emplean a veces varios años en su trayecto, y la vida de los viajeros sufre algunas transformaciones importantes. Los fallecimientos no son raros en tales casos, pero la empresa, que todo lo ha previsto, añade a esos trenes un vagón capilla ardiente y un vagón cementerio. Es motivo de orgullo para los conductores depositar el cadáver de un viajero lujosamente embalsamado en los andenes de la estación que prescribe su boleto. En ocasiones, estos trenes forzados recorren trayectos en que falta uno de los rieles. Todo un lado de los vagones se estremece lamentablemente con los golpes que dan las ruedas sobre los durmientes. Los viajeros de primera -es otra de las previsiones de la empresa- se colocan del lado en que hay riel. Los de segunda padecen los golpes con resignación. Pero hay otros tramos en que faltan ambos rieles, allí los viajeros sufren por igual, hasta que el tren queda totalmente destruido.
-¡Santo Dios!
-Mire usted: la aldea de F. surgió a causa de uno de esos accidentes. El tren fue a dar en un terreno impracticable. Lijadas por la arena, las ruedas se gastaron hasta los ejes. Los viajeros pasaron tanto tiempo, que de las obligadas conversaciones triviales surgieron amistades estrechas. Algunas de esas amistades se transformaron pronto en idilios, y el resultado ha sido F., una aldea progresista llena de niños traviesos que juegan con los vestigios enmohecidos del tren.
-¡Dios mío, yo no estoy hecho para tales aventuras!
-Necesita usted ir templando su ánimo; tal vez llegue usted a convertirse en héroe. No crea que faltan ocasiones para que los viajeros demuestren su valor y sus capacidades de sacrificio. Recientemente, doscientos pasajeros anónimos escribieron una de las páginas más gloriosas en nuestros anales ferroviarios. Sucede que en un viaje de prueba, el maquinista advirtió a tiempo una grave omisión de los constructores de la línea. En la ruta faltaba el puente que debía salvar un abismo. Pues bien, el maquinista, en vez de poner marcha atrás, arengó a los pasajeros y obtuvo de ellos el esfuerzo necesario para seguir adelante. Bajo su enérgica dirección, el tren fue desarmado pieza por pieza y conducido en hombros al otro lado del abismo, que todavía reservaba la sorpresa de contener en su fondo un río caudaloso. El resultado de la hazaña fue tan satisfactorio que la empresa renunció definitivamente a la construcción del puente, conformándose con hacer un atractivo descuento en las tarifas de los pasajeros que se atreven a afrontar esa molestia suplementaria.
-¡Pero yo debo llegar a T. mañana mismo!
-¡Muy bien! Me gusta que no abandone usted su proyecto. Se ve que es usted un hombre de convicciones. Alójese por lo pronto en la fonda y tome el primer tren que pase. Trate de hacerlo cuando menos; mil personas estarán para impedírselo. Al llegar un convoy, los viajeros, irritados por una espera demasiado larga, salen de la fonda en tumulto para invadir ruidosamente la estación. Muchas veces provocan accidentes con su increíble falta de cortesía y de prudencia. En vez de subir ordenadamente se dedican a aplastarse unos a otros; por lo menos, se impiden para siempre el abordaje, y el tren se va dejándolos amotinados en los andenes de la estación. Los viajeros, agotados y furiosos, maldicen su falta de educación, y pasan mucho tiempo insultándose y dándose de golpes.
-¿Y la policía no interviene?
-Se ha intentado organizar un cuerpo de policía en cada estación, pero la imprevisible llegada de los trenes hacía tal servicio inútil y sumamente costoso. Además, los miembros de ese cuerpo demostraron muy pronto su venalidad, dedicándose a proteger la salida exclusiva de pasajeros adinerados que les daban a cambio de esa ayuda todo lo que llevaban encima. Se resolvió entonces el establecimiento de un tipo especial de escuelas, donde los futuros viajeros reciben lecciones de urbanidad y un entrenamiento adecuado. Allí se les enseña la manera correcta de abordar un convoy, aunque esté en movimiento y a gran velocidad. También se les proporciona una especie de armadura para evitar que los demás pasajeros les rompan las costillas.
-Pero una vez en el tren, ¡está uno a cubierto de nuevas contingencias?
-Relativamente. Sólo le recomiendo que se fije muy bien en las estaciones. Podría darse el caso de que creyera haber llegado a T., y sólo fuese una ilusión. Para regular la vida a bordo de los vagones demasiado repletos, la empresa se ve obligada a echar mano de ciertos expedientes. Hay estaciones que son pura apariencia: han sido construidas en plena selva y llevan el nombre de alguna ciudad importante. Pero basta poner un poco de atención para descubrir el engaño. Son como las decoraciones del teatro, y las personas que figuran en ellas están llenas de aserrín. Esos muñecos revelan fácilmente los estragos de la intemperie, pero son a veces una perfecta imagen de la realidad: llevan en el rostro las señales de un cansancio infinito.
-Por fortuna, T. no se halla muy lejos de aquí.
-Pero carecemos por el momento de trenes directos. Sin embargo, no debe excluirse la posibilidad de que usted llegue mañana mismo, tal como desea. La organización de los ferrocarriles, aunque deficiente, no excluye la posibilidad de un viaje sin escalas. Vea usted, hay personas que ni siquiera se han dado cuenta de lo que pasa. Compran un boleto para ir a T. Viene un tren, suben, y al día siguiente oyen que el conductor anuncia: "Hemos llegado a T.". Sin tomar precaución alguna, los viajeros descienden y se hallan efectivamente en T.
-¿Podría yo hacer alguna cosa para facilitar ese resultado?
-Claro que puede usted. Lo que no se sabe es si le servirá de algo. Inténtelo de todas maneras. Suba usted al tren con la idea fija de que va a llegar a T. No trate a ninguno de los pasajeros. Podrán desilusionarlo con sus historias de viaje, y hasta denunciarlo a las autoridades.
-¿Qué está usted diciendo?
En virtud del estado actual de las cosas los trenes viajan llenos de espías. Estos espías, voluntarios en su mayor parte, dedican su vida a fomentar el espíritu constructivo de la empresa. A veces uno no sabe lo que dice y habla sólo por hablar. Pero ellos se dan cuenta en seguida de todos los sentidos que puede tener una frase, por sencilla que sea. Del comentario más inocente saben sacar una opinión culpable. Si usted llegara a cometer la menor imprudencia, sería aprehendido sin más, pasaría el resto de su vida en un vagón cárcel o le obligarían a descender en una falsa estación perdida en la selva. Viaje usted lleno de fe, consuma la menor cantidad posible de alimentos y no ponga los pies en el andén antes de que vea en T. alguna cara conocida.
-Pero yo no conozco en T. a ninguna persona.
-En ese caso redoble usted sus precauciones. Tendrá, se lo aseguro, muchas tentaciones en el camino. Si mira usted por las ventanillas, está expuesto a caer en la trampa de un espejismo. Las ventanillas están provistas de ingeniosos dispositivos que crean toda clase de ilusiones en el ánimo de los pasajeros. No hace falta ser débil para caer en ellas. Ciertos aparatos, operados desde la locomotora, hacen creer, por el ruido y los movimientos, que el tren está en marcha. Sin embargo, el tren permanece detenido semanas enteras, mientras los viajeros ven pasar cautivadores paisajes a través de los cristales.
-¿Y eso qué objeto tiene?
-Todo esto lo hace la empresa con el sano propósito de disminuir la ansiedad de los viajeros y de anular en todo lo posible las sensaciones de traslado. Se aspira a que un día se entreguen plenamente al azar, en manos de una empresa omnipotente, y que ya no les importe saber adónde van ni de dónde vienen.
-Y usted, ¿ha viajado mucho en los trenes?
-Yo, señor, sólo soy guardagujas1. A decir verdad, soy un guardagujas jubilado, y sólo aparezco aquí de vez en cuando para recordar los buenos tiempos. No he viajado nunca, ni tengo ganas de hacerlo. Pero los viajeros me cuentan historias. Sé que los trenes han creado muchas poblaciones además de la aldea de F., cuyo origen le he referido. Ocurre a veces que los tripulantes de un tren reciben órdenes misteriosas. Invitan a los pasajeros a que desciendan de los vagones, generalmente con el pretexto de que admiren las bellezas de un determinado lugar. Se les habla de grutas, de cataratas o de ruinas célebres: "Quince minutos para que admiren ustedes la gruta tal o cual", dice amablemente el conductor. Una vez que los viajeros se hallan a cierta distancia, el tren escapa a todo vapor.
-¿Y los viajeros?
Vagan desconcertados de un sitio a otro durante algún tiempo, pero acaban por congregarse y se establecen en colonia. Estas paradas intempestivas se hacen en lugares adecuados, muy lejos de toda civilización y con riquezas naturales suficientes. Allí se abandonan lores selectos, de gente joven, y sobre todo con mujeres abundantes. ¿No le gustaría a usted pasar sus últimos días en un pintoresco lugar desconocido, en compañía de una muchachita?
El viejecillo sonriente hizo un guiño y se quedó mirando al viajero, lleno de bondad y de picardía. En ese momento se oyó un silbido lejano. El guardagujas dio un brinco, y se puso a hacer señales ridículas y desordenadas con su linterna.
-¿Es el tren? -preguntó el forastero.
El anciano echó a correr por la vía, desaforadamente. Cuando estuvo a cierta distancia, se volvió para gritar:
-¡Tiene usted suerte! Mañana llegará a su famosa estación. ¿Cómo dice que se llama?
-¡X! -contestó el viajero.
En ese momento el viejecillo se disolvió en la clara mañana. Pero el punto rojo de la linterna siguió corriendo y saltando entre los rieles, imprudente, al encuentro del tren.
Al fondo del paisaje, la locomotora se acercaba como un ruidoso advenimiento.

Arreola es uno de esos «raros» con que México tiene el privilegio de engrosar sus listas literarias. Nacido en 1918 en Zapotlan, se distingue, a juicio del que escribe, principalmente por el espíritu lúdico de que dota su narrativa. Los continuos juegos de humor, de absurdo, de jerga indígena, de piruetas que el autor iberoamericano lleva a cabo, lo confirman como un hiperactivo de la escritura. En su libro Confabulario definitivo, que tiene edición en Cátedra, se muestra todo su talento, y siendo más específico, en uno de los cuentos, el de «El guardagujas», se concentran todas sus cualidades para dar el fruto de una narrativa de lo más peculiar. Así pues, centrémonos en este cuento para intentar componer una idea aproximada de lo que es su literatura.

Este narrador con actitud y palabras de poeta tiene el don de «engañar» al lector no permitiéndole saber dónde empieza la exageración, el absurdo, el imposible, la verdad. He oído decir que tiene similitudes muy notables con su compatriota Juan Rulfo y el genial Augusto Monterroso. Y comparto la idea plenamente. Leer a Arreola es mezclar la preocupación y la honda vinculación con las entrañas más indígenas de Rulfo con la inocencia y la ironía de los bestiarios de Monterroso. Con el añadido, claro, del peculiarísimo estilo de este juglar de nuestros tiempos. Contar con lo inesperado es clave para entender su corta obra.

En este cuento de «El guardagujas», Arreola crea a un tipo con la idea fija de llegar al detino T., y para ello ha adquirido un boleto de tren y se dispone a tomar éste. Su sorpresa será mayúscula cuando el guardagujas comienza a interrogarlo y de ahí pasa a desanimarlo, reanimarlo, encandilarlo, extrañarlo… todo contándole el funcionamiento (o NO-funcionamiento) del sistema ferroviario del país. Toda esta trama argumental ha llevado a los críticos y estudiosos a exponer sus distintas teorías sobre la intención de Arreola con su cuento, sobre la idea principal que quiere expresar. Explicaciones de lo más variopinto han quedado registradas. Y es que despierta gran interés toda esta maraña de absurdos e ingenio que el mexicano crea con «El guardagujas». Incluso quien menos entre en detalle no podrá dejar de pensar qué es lo que el autor nos dice. Quien firma este artículo, por supuesto, tiene su opinión acerca de la intención del cuento, pero eso es lo de menos.; lo importante es haber logrado alientar al lector a indagar sobre este mexicano de cara divertida muerto en Jalisco en 2001, que, seguro, no defraudará, y menos aún a los kafkianos, que si cabe añadirán una nueva entrada en su diccionario de grandes literatos. «El Guardagujas», insisto, es parte fundamental de su obra, que casi me atrevería a decir que hubiese quedado coja de no haber existido este maravilloso cuento.


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Alejandro Tobar Salazar (Lugo - España, 1983), Ganador del concurso de Relatos de Verano 2005 de la Voz de Galicia. Accésit en el IV certamen de poesía Lucus Augusti 2006. Un 2º Premio en el Contacontos 2003, organizado por la Xunta de Galicia, por su guión Nin tanto nin tan pouco, 6º premio en el I certamen Ribeira Sacra literaria 2006, mención de honor Cuentos de navidad, de la revista Emol; ha publicado poemas, reseñas y artículos en revistas literarias y diarios como Arteliteral, Literaturas.com, El Progreso de Lugo o la editorial Galaxia. Tras cinco años de estancia en Madrid, actualmente residiendo en Marsella, Francia. Colaborador habitual de la Revista Almiar / Margencero.

Sandra Vela

21 de abril de 2008 16:51

Ramones y Sofanores

No me refiero a Joe Ramone ni a su The Ramones.
Es un recuerdo escuchado hace muchos años a unos bohemios que se reunían a tomar cognac y leer poesías o lo que fuera.
"España, de los Ramones; Córdoba, de los Sofanores".
Se referían a la profusión del nombre en la cultura de España: Ramón del Valle Inclán, Ramón Menéndez Pidal, Ramón Gómez de la Serna,...
Y a los cordobeses (argentinos) Sofanor González, Sofanor Novillo Corvalán, ...(no recuerdo a los otros).
Este último, Rector de la universidad, cargo que luego ocupó el Dr. Jorge Orgaz, a cuya madre le decían "la gallina de los huevos de oro", ya que todos sus hijos descollaban: Alfredo (Pte. de la Suprema Corte), Arturo, Oscar, Jorge.

Entre recuerdos y olvidos, felicitaciones a Jorge Aloy y a María Inés Azzarri.
A Jorge, porque supo "coronar" a J.J.Arreola y El guardagujas, antes de que se cayera la "aguja" (al ajedrecista, en su jerga).
Y a María Inés, porque supo encontrar las Divinas Palabras, en el escenario y en el aire.

domingo, 20 de abril de 2008

Desanimado, pero firme junto al pueblo

Un compañéro vigilador dejó en el puesto la Crónica de ayer. (Me gusta decir "la Crónica", como se decía antes, y también digo "la Página 12".) Hojeando la Guía de cines y teatros me salta a la vista la cantidad de autores leídos en Párrafus que se están representando en los teatros porteños -y en un cine.
Comienzo por el cine: en el que queda en Corrientes 1565, todavía puede verse "Expiación, deseo y pecado", que, si no escuché mal en ocasión de su estreno, esta basada en la novela "Expiación", de Ian McEwan.
Y además, por orden de aparición en esa cartelera del popular diario, los otros autores son los siguientes:
De Armando Discépolo (de quien ahora se dice que sus obras las escribía su hermano Enrique), "Babilonia", en el teatro de la Ribera.
De Jean Genet, en Andamio 90, "Las criadas", una de las últimas lecturas teatrales que eligió Hugo.
De Moliere, una versión de "El misántropo", llamada "Nada más que la verdad", en Anfitrión.
De Shakespeare, "Romeo y Julieta" (pero la de Gounoud), en el Avenida.
De otro Parrafista reciente, Eduardo Pavlovsky, "Potestad", en el Centro Cultural de la Cooperación.
Del multifacético José Pablo Feinmann, "Cuatro jinetes apocalípticos", en Chacarerean Teatre.
De Roberto Arlt, "La ista desierta", en Ciudad Cultural Konex.
De Máximo Gorki, "Los bajos fondos" (de la cual hace mucho vi una versión cinematográfica, de los años 30, creo que de Jean Renoir), en el Club del Bufón.
De Margueritte Duras, "La música", en el teatro del Nudo.
De Carlos Gorostiza, el reciente estreno "El alma de papá", en el teatro del Pueblo.
De Alfred de Mussett, "Lorenzaccio", en El convento, de la calle Reconquista. También ahí, "Macbeth", de Shakespeare.
De Jean Cocteau, "Los padres terribles" (leída en Párrafus, primera victoria de Mario Solaquián), en El Cubo.
De Mark Twain, "El diario privado de Adán y Eva", en El Nacional.
Y un tercer Shakespeare (versión libre): "Sueños con tango en una noche de verano", en el museo Enrique Larreta, donde también se da "El príncipe y la rosa", basada en Saint-Exupery.
Este último figura en la sección Infantiles de la Guía, como así también "El soldadito de plomo", de Hans Christian Andersen (que se da en el B.A.C. de la calle Suipacha), y una sorpresa: En el Centro Cultural de la Cooperación, una versión de "Noches Blancas", de Dostoievski, llamada "Cuatro noches".
Sobre esta última curiosidad, se me ocurrió que, si continúa en cartel hasta fines de junio, voy a llevar a mi bebé (¿permitirán el ingreso de recién nacidos?), así vemos de qué se trata.
Si todo sale bien, claro.

jueves, 17 de abril de 2008

No vela negra


Cosecha gris, cosecha de humo, es la que se obtiene mediante el fuego que los cazadores furtivos del delta encienden en los pastizales para que salten liebres y perdices.
Esa es una de las conjeturas para explicar la humareda que avanza sobre Buenos Aires desde hace unos días. Otra dice que el fuego es utilizado por los dueños de la tierra para limpiar sus campos antes de la siembra -de soja.
Pero para descubrir la verdad y encarcelar a los responsables haría falta que intervenga el detective gordo de la Pinkerton, o el duro Sam Spade, o el mismo Hammett, que en la película de Wim Wenders ("Investigación en el barrio chino", en español, basada en la novela "Hammett", de Joe Gores) debió meter sus manos en el asunto para aclarar la desaparición de un amigo. Quizá incluso el aristocrático Nick Charles obtendría más éxito que nuestras autoridades.

De manera infrecuente, Hugo comenzó anoche el programa refiriéndose a un hecho del que se habló en todos los medios. Claro, el asunto lo amerita. O, mejor: Brumoso, el asunto lo amerita. El humo que llega del norte se mete hasta dentro de nuestras casas de un modo todavía más insidioso que las boludeces que inoculan diariamente en los hogares la radio y la TV.
Después, la lectura del Párrafus 303 fue la novela "Cosecha roja", de Dashiell Hammett, la más enrededa y densa de las que conozco (la que menos me gustó), una historia de corrupción y crimen que complica a toda una ciudad. Es de los años ´30. Hoy en día, alguno de los continuadores argentinos de la novela negra, género que Hammett contribuyera a crear, podría escribir una cosa parecida, pero de más amplio alcance, algo que involucrara a -casi- todo un país. ¿No le parece?
Más detalles sobre el Interruptus de anoche en la lista de lecturas.

miércoles, 16 de abril de 2008

Rosal, rosas, Rosalía

Segundo autor que aparece en Párrafus al que ni siquiera había escuchado nombrar jamás. La vez pasada, el sueco Henning Mankel (tal vez todavía lo escribo mal), de quien se leyó la novela "El hombre sonriente". Esta noche, Pedro Eugenio Pico, un dramaturgo argentino de la primera mitad del siglo XX. De él, se leyó la obra "La novia de los forasteros", título que sí me suena, pero que bien pude atribuirlo a una canción campera, un radioteatro o una película.
De Pedro Pico, Hugo contó que nació en 1882, que empezó a publicar poco después del 1900, que fue abogado y socialista, que participó de la fundación de una sociedad de autores, antecedente de Argentores. Otras obras suyas son "Como agua en las manos", "La polca del espiante", "Para eso se paga". Murió en 1945. "La novia de los forasteros" es de 1926. Se puso por última vez en Buenos Aires en el 2004, en el teatro Regio, con Virgina Inoccenti como Rosalía, la protagonista.
Precisamente, "El pabellón de las rosas" fue la pieza ejecutada por el guitarrista Juanjo Domínguez que se utilizó como fondo de las palabras de Hugo. Y el ganador de la noche fue el mismo que hace unos meses reconoció "El rosal de las ruinas", otra viaja obra del teatro nacional, pero de autor más conocido, Belisario Roldán.
Ganó Roberto López Motta, el locutor y poeta de Sarandí, quien, en charla con nuestro conductor, tuvo palabras elogiosas para con otros habituales participantes de Párrafus, para mí entre ellos, por lo cual le agradezco, pero especialmente para con Verónica de Lugano (pero ella ama a Sting), por lo cual remito a la Entrada que el año pasado titulé "Placa roja".
Pero debo pedir disculpas y decir que deploro muy especialmente no estar en condiciones de cumplir el presagio de Roberto, quien dijo que seguramente sus palabras sobre nosotros me llevarían a escribir largamente al respecto, pero un sinsabor del día de ayer, del que (por ahora) no quiero hablar, me tiene todavía medio desanimado; así que termino acá.

EPILOGOS DE HORAS DESPUES

A propósito de López Motta:

Celebro enterarme de que el hombre de Sarandí tampoco se explica cómo pudo darle ocupado la noche en que se leyó a César Fernández Moreno, si reconoció su poesía al primer verso y marcó inmediatamente. Sin embargo, Roberto sigue alabando la voz y los tonos de Verónica Cornejo, e incluso la repu..., quiero decir, la supone actriz. Pero, ¡habrase visto! ¡Las cosas que hay que escuchar!

A propósito de mujeres radiantes (*)

La otra noche, un somero, rutinario y desesperanzado zapping radial me llevó a descubrir que, contra todos los pronósticos (incluso contra lo erroneamente anunciado en este Blog), en Radio de la Ciudad, AM 1110, sobrevivió "La rosa blindada", el programa de Liliana Daunes donde el año pasado colaboraba el locutor Roberto López, nuestro hombre en los medios. Relegada ahora a los sábados por la noche, a partir de las 21.00, la Lili me alegró el relax post-laboral del último sábado; pero, como al rato Cristina me llamó a cenar -con su invitada consetudinaria, la TV-, no pude saber hasta qué hora va, supuse que hasta las 22.00. El sábado próximo lo confirmo, y después lo cuento. Quedan invitados.


(*) "Mujeres radiantes", Entrada del 11 de agosto de 2007

Con ustedes, ¡Marta Zander!

(Comentario en "Letras orientales II")

Marta dijo...

Hola, Marcelo.
Tu tercer ojo no te falla. A pesar de las letras que faltan y que sobran, se trata de la misma persona: la ganadora del viernes y la esporádica comentarista, pero asidua visitante de tu blog.
Un poco del crédito de esa noche te pertenece, ya que la primera vez que se leyó Mishima no escuché el programa, pero..... pero podría ser que te hubieras ido un poquitín de boca en el blog, describiendo con pelos y señales al autor. Por si fuera poco, una frase citada textualmente, como para identificar el cuento sin ninguna duda y bueno, también para confirmar el autor. No me quejo. No me pareció mal el comentario. Como bien dijiste, una cosa es el programa y otra el blog. Un saludo para Amparo que supo ser la campeona de los títulos desvelados.
Sobre hacer los deberes: Yo tampoco pude conseguir mucho material, sólo tuve suerte. Encontré algunos cuentos y la novela Música, que empecé a leer aunque todavía no paso de las diez primeras páginas. Los cuentos sí los leí. La misma tarde/noche del jueves. Le mentí un poco a Hugo: Patriotismo lo leí tod..., casi todo: cuando empiezan a saltar los chorros de sangre, empecé a leer línea por medio, que si no, a la noche sueño. Tal vez por deformación profesional me gustó mucho un cuento llamado La Perla; me hizo acordar a esos problemas de ingenio en los que cada participante tiene que encontrar una estrategia basándose en lo que los demás dicen, pero también en lo que se callan.
Y ¿justo el jueves tenía que ponerme a leer? Y, algo habrá tenido que ver que el día siguiente fue feriado local, por el aniversario de la city; y tal vez por eso también estaba levantada a esa hora.
Patriotismo empieza así: "El 28 de febrero de 1936, al tercer día del incidente del 26 de febrero.... " Y ahí llamé. No lo reconocí tanto por la fecha, más bien por lo del "tercer día". No sé por qué esa expresión me hacía pensar en ..."al tercer día resucitó" .... asociación libre totalmente irracional.
Las sesudas reflexiones te las dejo, que te salen bien. Sólo quería contarte la cocina del llamado.
Saludos para Cristina y felicitaciones por tu niña en camino.

14 de abril de 2008 17:22

ADICTO

Ya había tenido un par de episodios que lo dejaron con la duda, pero este fue bien clarito. Le ocurrió mientras escuchaba ese programa de radio que sigue desde hace tiempo: no pudo recordar un título, y eso que estaba convencido de haberlo escuchado hacía muy poco.
-¡Me falló la cabeza...-le dijo mientras se metía en la cama.
-A cualquiera le pasa. ¿Qué leyó?
-...lo comentaron la semana pasada! En la tele, en ese...
-Dormí, dormí, mañana hablamos -balbuceó su mujer-.
Pero la rutina diaria, o quizás lo incómodo del asunto, postergó un par de días el abordaje del tema. Ya le había dicho en otras ocasiones que era un obsesivo, que el programa ése lo trastornaba, que parecía un adicto.
Ella también participaba, a su modo. Lo disfrutaba, ocasionalmente, en diferido. Hacían un replay mañanero y se divertían comentándolo, repasando los libros leídos, y sobre todo, los autores y los ganadores.
Otorgaban rasgos, más o menos ficticios, a los oyentes, de acuerdo con las palabras que les habían escuchado: “Tiene una voz muy seductora”; “Para mí, es un misógino.”; “Otra vez ese petulante.”; “No me gusta, porque se hace la mosquita muerta, pero...”; “Idealista, ¿qué se yo? Así me lo imagino.” En ocasiones, se preguntaban si habría algún parecido entre esos imaginarios y las reales personalidades de sus compañeros oyentes.
Un día, la esposa fue directo al grano:
-Si tanto te preocupa, hoy mismo te saco un turno.
....................................................................
-No es para preocuparse, les dijo el gerontólogo. Afecta más a la memoria reciente, pero está bastante estudiado por Fulano en su libro Tal y podemos hacer cosas para demorar su evolución por muuucho tiempo. Es bastante simple, son ejercicios. Recién más adelante veremos si necesita medicación.
Ambos sonrieron aliviados. Ella lo había acompañado por solidaria y por su poder de síntesis. En dos minutos resumió perfectamente la aparición del síntoma y hasta explicó al médico el mecanismo del programa. Él estaba medio ido hasta que de repente sacó papel y lápiz.
-Por favor doctor, repítame el nombre del autor, que lo voy a anotar.
-Fulano.
-Y el libro, ¿cómo dijo que se llamaba?
-Tal. ¿Para qué hace eso? -inquirió el médico.
-Es que todavía no fue leído en el Parrafus Interruptus.

Fernando Terreno
Dedicado a todos los adictos que hacen y escuchan el Párrafus.

martes, 15 de abril de 2008

Literatura argentina contemporánea

De Eduardo Berti, el joven autor argentino leído anoche (aunque en realidad era joven cuando hacía crónicas de rock), también me gané un libro. No recuerdo por cuál de mis triunfos, hace un tiempo, recibí como premio un volumen de cuentos llamado "Los pájaros". Me gustó mucho el primero -cuyo título ahora no recuerdo-, en donde el protagonista ganaba un certamen televisivo, tipo "Odol pregunta", respondiendo sobre los nombres de las calles de Buenos Aires y su historia. El último, el que da nombre al volumen, también tenía una buena atmósfera, ominosa, tremebunda, y también me gustó.
Pero el premio del que ahora quería hablar es otro. Y no lo gané en Parrafus Interruptus. Lo gané en "Por amor al arte", el anterior programa de Hugo, donde Párrafus nació.
El trabajo no me permitía seguirlo diariamente -iba e lunes a viernes, a las 14.00-, pero en aquel comienzo del 2004, creo que durante unas vacaciones, lo escuché con alguna frecuencia. No sé si lo hacía todos los días, pero ahí también Hugo planteaba un acertijo a los oyentes; entre los llamados con la respuesta correcta se sorteaba un libro.
Una tarde, en alusión al título de un libro que su autora había ido a presentar con él, Hugo preguntó en qué obra de James Joyce se había basado la última película de John Huston, "Desde ahora y para siempre". Yo, que no solía participar en esa clase de juegos, ni llamar por ningún otro motivo a las radios, ese día llamé. Y cuando al final del programa se hizo el sorteo, gané. La respuesta era "Los muertos". Y el premio era el libro que esta autora presentaba esa tarde. (Ahora se me ocurre que fue eso lo que me estimuló a llamar.) Ahora lo tengo acá, sobre él apoyo la hoja para escribir.
Su título: "Diálogos sobre la vida y la muerte". La editorial: Aguilar. En la tapa, bajo la fotografía de la estatua de un chico que parece estirarse para alcanzar la sombra de un globo, se lee: "Conversaciones con Jorge Luis Borges, Marcelino Cereijido, María Luisa Pelento, Roberto Fontanarrosa..." La autora: Liliana Heker.

Ayer, lunes, nos encontramos finalmente con Fernando Terreno, el compañero oyente, a intercambiar material de George Brassens. El escenario fue uno de los bares de Corrientes y Maipú, punto equidistante de nuestros lugares de trabajo. El salía del suyo, yo iría hacia el mío. Eran las cinco y media de la tarde.
Mientras me dirigía hacia allá tuve una de mis imaginaciones: pasar a buscar a Fernando por el bar y llevarlo conmigo hasta el banco donde trabajo, distante tres cuadras, para que sea testigo.
En el banco, con el permiso de mi jefe, lo invitaría a pasar al hall -la tarde estaba fría- y le pediría que me esperara mientras yo, tras dejarle mi bolso a un compañero, iría con las manos vacías hasta el vestuario que tenemos en el tercer subsuelo a buscar algo que había llevado y dejado ahí el domingo. Después, trayendo eso en mis manos -ese libro- desde las profundidades del edificio, le demostraría palpablemente a Fernando -a alguien- lo que a mí mismo me parece increible: el libro que había llevado para releer en la larga guardia del domingo es "Diálogos sobre la vida y la muerte", de Liliana Heker, la autora que esa noche se leería en Párrafus.

Pero no cumplí esta fantasía. Solo pasé por el banco antes de ir al bar -mi compañero de la entrada aplaudió de contento creyendo que lo relevaría tan temprano- y llevé el libro para mostrárselo a Fernando mientras le contaba esta magia.

El domingo, releyendo las conversaciones de Heker con Borges, Fontanarrosa, Pavlovsky y Abelardo Castillo -cuantro autores que ya pasaron por el programa y ahora podrían integrar junto con ella otra entrega de "Los otros Parrafistas"-, en algún momento me pasó por la cabeza la idea de escribir sobre la obtención de ese libro. Pero después me dediqué a la lista de las nacionalidades, después lo llamé a Fernando para algunas consultas, después redacté la presentación de esos datos, y la intención se diluyó. Hubiera sido formidable publicar esa historia horas antes de que se leyera a la Heker. Aunque, entonces sí, Hugo hubiera decretado una interdicción eterna para quien escribe estas páginas -de puro asustado.

Otra curiosidad sobre Liliana Heker es que hace poco encontré un extraño volumen de cuentos, llamado "Acuario", creo que de 1968, donde se hizo una ucrónica antología con algnos cuentos de "Los que vieron la zarza", su primer libro, y otros que, según anuncia la contratapa, integrarían el segundo: "Las peras del mal". Eso -algunos de esos cuentos (recuerdo el audaz "Yokasta")- es lo que leí a la espera de la segura aparición de esta autora en Párrafus -después de que ya pasaran Abelardo Castillo y Sylvia Iparraguirre, sus compañeros de las revistas "El escarabajo de oro" y "El ornitorrinco".
Pero menos es lo que leyó Marta Sanders, la oyente de Bahía Blanca que ganó el domingo con "El fin de la historia", la novela elegida por Hugo para presentar a la Heker. Marta, recayendo ya en prácticas que son especialmente deplorables en una reincidente nuevita, confesó que apenas si hojeó el comienzo del libro en una biblioteca. Pero ahora que, como a veces sucede, recibió como premio la obra que se empezó a leer, deberá completarla.

Eduardo Berti también daría ahora para "Los otros Parrafistas", ya que es autor de una novela llamada "La mujer de Wakefield", donde tal vez se nombre a Nathaniel Hawthorne. Aunque no: si su novela se plantea, según tengo entendido, como una recreación, o una continuidad, o un más allá del cuento "Wakefield", no creo que se mencione que procede de una ficción de otro autor.
De Berti se leyó la novela "Agua", que resultó ser el apellido del protagonista, reiteradamente omitido por Hugo en los seis minutos y pico que demando su lectura. Hasta que apareció la ahora esporádica, casi retirada (pero solo a 100 kilómetros) María Suárez, otrora destacada, casi excluyente ganadora de Párrafus, cuando el juego iba una vez por semana en el aquí evocado "Por amor al arte".

Felicitaciones para las dos primeras ganadoras de la semana, y también para los dos autores, que, consecutivamente, sostuvieron sendas conversaciones muy cálidas con nuestro conductor.
Y ahora los autores argentinos son 83.

lunes, 14 de abril de 2008

Anónimo sobre Saint-Exupery

Un oyente y lector que firma 'anónimo' (ahora también colaborador, aunque sospecho que ya colaboró) aporta más datos sobre la carrera de Antoine de Saint-Exupery en la Argentina.

Anónimo dijo...
Marcelo, aunque tarde pero encontré su comentario acerca de Saint Exupery . Es bueno pero como allí se explicita algo del contenido del excelente librito “Vuelo Nocturno”, no puedo dejar de agregar una interpretación distinta a la de su fuente, para alentar su lectura.

En el relato de Saint-Exupery, la Empresa a la que alude intentaba consolidar los vuelos nocturnos para competir ventajosamente con otros medios por transporte del Correo principalmente - también se menciona el traslado de pasajeros. Específicamente el relato se concentra en el día en que los vuelos desde Chile, Paraguay y “desde el estrecho de Magallanes” debían confluir antes de la medianoche hacia Buenos Aires, para que de inmediato la carga partiese en otro avión cruzando el Atlántico.

En 1930 los vuelos regulares sólo eran diurnos porque la navegación era “visual”. Y como no había infraestructura, debían basar toda la operación en la previsión, la coordinación, etc, pero notoriamente debían contar con la mejor predisposición de todo el personal. Lo importante era ganar horas.

Acerca del vuelo desde Patagonia, cabe aclarar que el piloto no volaba solo, sino que era acompañado por un radioperador. Este, manipulando Código Morse emitía mensajes y anotaba en papel lo que lograba “pescar” entre interferencias: estados del tiempo en la ruta, comunicación con la central, etc. Luego, le alcanzaba el mensaje al piloto por sobre el hombro, porque el ruido del motor les dificultaba hablar directamente. Volando en medio de tormentas, el radioperador permanentemente tenía que interrumpir toda comunicación recogiendo el hilo colgante de la antena, por el temor de atraer rayos!

En el relato, el personaje central y excluyente es realmente el Director, quien debía sostener en soledad la factibilidad del negocio, como que también estaba encargado de instruir, convencer y controlar a la totalidad del personal de la Empresa. El valor del relato surge del alcance de las reflexiones de este funcionario cuyas decisiones , aunque duras y discutibles, resultaban necesarias con vistas al “progreso”.

Por otra parte, no debe extrañarnos que el Conde Saint-Exupery, entre sus comentarios, le recomiende a su madre que “ni se le ocurra venir por la Argentina”: habrá que atribuirlo a que los años `30 resultaban tan poco agradables para los extranjeros como desventurados para los argentinos de a pie?

Suerte!

13 de abrilde 2008

domingo, 13 de abril de 2008

Gou jom

La cuenta no me da, pero igualmente pongo a consideración el trabajito que me tomé este domingo por la mañana; a lo mejor alguien puede completarlo. (Cristina, mi contadora, no puede ayudarme, no sé en qué tiene la cabeza.)
Se trata del escrutinio de las nacionalidades que aparecieron hasta ahora en Párrafus. Me generó esta curiosidad el reclamo del oyente Mario Solaquián, que deploró la excesiva presencia anglosajona, o, en general, de extranjeros del norte en la lista de autores leídos. También, como ya dije en la respuesta a su comentario en este Blog, me pareció exagerada la calificación que hizo Fernando Terreno: "retrato del colonizado", llamó a esa lista. Entonces quise verificar.

Los resultados de mi relevamiento son los siguientes:

Argentinos: 81
Norteamericanos: 41
Franceses: 37
Ingleses: 22
Españoles 18
Italianos: 14

Estas serían las seis nacionalidades más frecuentadas -después explico esta enunciación en potencial. Y estas serían las demás:

Alemanes: 9
Uruguayos: 9
Brasileños: 6
Irlandeses: 6
Rusos: 5
Chilenos: 5
Mexicanos:4
Griegos: 4
Cubanos: 4
Japoneses: 3
Portugueses: 3
Escoceses: 3
Peruanos: 3
Checoslovacos: 2
Suecos: 2
Polaco: 1
Austríaco: 1
Neozelandesa: 1
Persa (Iraní): 1
Nicaraguense: 1
Guatemalteco: 1
Paraguayo: 1
Danés: 1
Noruego: 1
Colombiano: 1

El total es de 291 autores. Pero a estos guarismos hay que sumarle los tres ininterruptus que están pendientes de elucidación: los del 15 de agosto, 12 de diciembre, 18 de diciembre y 9 de abril (los de agosto 15 y diciembre 12, según reveló nuestro conductor, pertenecen a un mismo autor). Así, habrá que agregar, en su momento, tres nacionalidades; mejor dicho, un guarismo a la nacionalidad que corresponda a cada autor develado. Tendremos, entonces, 294 autores. Pero los programas, hasta hoy, fueron 299.
Me faltan 5, pensé primero. Pero no: enseguida reparé en que hubo tres ininterruptus develados, o sea, tres autores que exigieron dos programas: Costantini, Aira y Mishima, y hay un autor que, aunque fue repetido, no se develó. Restados esos cuatro al total de programas, quedamos en 295. Pero mi escrutinio por nacionalidad da 294. ¿Qué es lo que me falta? ¿Dónde me equivoco?

SALVEDADES (explicación del potencial)

A Lucio Vicente López, nacido en Uruguay, le adjudico nacionalidad argentina.; como a Alfonsina Storni y a Jacobo Langsner, nacidos en Suiza y Rumania, respectivamente.
Asimismo, a Lawrence Durrell, Saki y Joseph Conrad (nacidos en India, Birmania y Polonia) los considero ingleses. A Camus y a Ionesco (de Argelia y Rumania) los pongo como franceses. A Clarice Lispector, oriunda de Ucrania, la tengo como Brasileña. Y a Calvino, nacido en Cuba, lo computo como italiano. Al que dejo como guatemalteco, a pesar de su vida y obra en México, es a Augusto Monterroso -por puro capricho. Y al anónimo autor de "El lazarillo de Tormes",lo sumo a España-aunque quién sabe.

COLOFON

Para este trabajo me basé en la lista confeccionada por Hugo y su gente, que pedí de nuevo hace cosas de dos meses y desde entonces actualizo para el Blog. Tal vez yo no hubiera discriminado escoseces de ingleses -irlandeses, sí-, pero, de todos modos, incluso sumando estas tres nacionalidades, y agregando a la neozelandesa, no se alcanza ni la mitad del número de autores argentinos: quedan 32 contra 81. Y si completamos los anglosajones con la sumatoria de los autores yanquis y de los alemanes... entonces sí, superan por uno a los argentinos. Pero si a los argentinos les sumamos los de la banda oriental, nos vamos a 90. Y si ellos recurren a los escandinavos y al austríaco, llegan a 87, no les alcanza, pero nosotros, por las dudas, podemos improvisar un mercosur parrafista, y con brasileños y chilenos sacamos más ventaja, pasamos los cien, y entonces les regalamos los rusos y los japoneses, y que los tres ininterruptus incógnitos sean yanquis o alemanes, y que la lectura 300, la de esta noche, sea de un inglés nativo de la colonia en Malvinas, y que se vayan a la puta que los parió, y que nos larguen los perros nomás estos gringos -mientras tanos y gallegos, artífices de nuestra dependencia, miran y se cagan de risa.

Buenas noches y buena suerte.

sábado, 12 de abril de 2008

Títulos V


Marta Riquelme, título del cuento de Ezequiel Martínez Estrada, “Otro Parrafista”, (N° 187 del 5-jul-2007), tiene un homónimo.
Guillermo Enrique Hudson escribió otro cuento igualmente titulado, Marta Riquelme, varios años antes.
Martínez Estrada, admirador de su antecesor, escribió hacia 1950, "El maravilloso mundo de G.E.Hudson". Y en su Marta Riquelme, que no es una recreación del otro cuento, hace varias referencias al de Hudson.

Coincidencia encontrada casualmente hojeando libros la tarde del domingo 6 de abril de 2008 en una librería. El tema, según vi después en la web, es ampliamente conocido por los estudiosos de E. Martínez Estrada.

Una de J.L.Borges
"¿ La penúltima puerta ? Qué buen título. Mallea tiene una notable capacidad para elegir buenos títulos. Es una lástima que se obstine en añadirles libros" (Borges, 28-12-69).

Tomado del libro Borges de A. Bioy Casares, donde este registró a la manera de un diario, las conversaciones que mantenían.
Otros hermosos títulos de Mallea: Todo verdor perecerá, El sayal y la púrpura.

viernes, 11 de abril de 2008

Los otros Parrafistas XIII


"Ryunosuke Agutagawa (1892-1927), escritor japonés. Antes de quitarse la vida, explicó fríamente las razones que lo llevaban a tal decisión y compuso una lista de suicidas históricos, en la que incluyó a Cristo. Entre sus obras citaremos 'Cuentos grotescos y curiosos', 'Los tres tesoros', 'Kappa', 'Cuentos breves japoneses'. Tradujo obras de Browning al japonés."

(Introducción a "Sennin", cuento de Agutagawa -así lo escriben- en la "Antología de la literatura fantástica" de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, reedición de Sudamericana de 1965)

Borges, Parrafista 7, 18 de abril de 2006 / Silvina Ocampo, Parrafista 117, 9 de enero de 2007 / Bioy Casares, Parrafista 10, 25 de abril de 2006

Recomendación para Julián Sánchez

El sábado pasado, a media mañana, voy a la oficina del jefe, a decirle no sé qué cosa, y me lo encuentro hablando por teléfono. Doy media vuelta y estoy por salir, pero él me llama. "Esperá un cachito, a ver...", dice en el tubo, y me pregunta si conozco un libro llamado 'La planta de naranja lima'. Yo primero arrugo el ceño, después me sonrío, y lo corrijo: "Mi planta de naranja lima. Sí". "Ahí esta, acá justo viene Perenchio, dice al teléfono, un compañero intelectual que tenemos. Esperá." Y me cuenta que un amigo suyo está buscando ese libro. Yo lo miro, muevo la cabeza incrédulo, y le cuento que justo esa novela se leyó la otra noche (dos días antes) en ese programa que yo escucho. "¿Se puede conseguir?", pregunta él. "Puede ser, respondo, ¿es para un chico, para la escuela?" El pregunta a su amigo: "¿Es para tu pibe?", escucha, y me dice: "No. Es para él". "Ah, bueno", digo yo, sin saber por qué pregunté eso, y agrego: "Sí, se puede llegar a conseguir." "¿Y como cuánto cuesta?" "No sé, respondo, nuevo, si está, puede estar a 20 o 25 mangos. Pero se puede buscar usado, en esas librerías que voy yo. Acá en avenida de Mayo tenés una."
En definitiva, porque el lunes a la tarde fuimos con Cristina a hacer una ecografía y después me quedó tiempo antes del trabajo, me llegué yo mismo a la librería. Es la que hace un tiempo aumentó los precios de sus ofertas y yo había dejado de visitar. Fui de nuevo y veo que se unificaron los valores de las dos mesas: ahora está todo a cinco pesos. Pero esta vez, como nunca, fui derecho hasta el mostrador de la caja y le pregunté a la mujer rubia si tenían 'Mi planta de naranja lima'. Ella asintió y se dio vuelta como para agarrarlo. Detrás del mostrador hay en la pared una estantería con libros también de segunda mano, pero destacados. La mujer vaciló, miró más allá, sacó un par y miró las tapas. Finalmente le preguntó a un compañero que venía del salón. Este muchacho le dijo que ya no estaba, que lo habían llevado hace unos días. "No, por ahora no, entonces", me dijo la mujer. Agradecí y fui a hurgar un rato en las mesas de ofertas. Enseguida, cerca del final de una fila, veo en lo alto de una tapa el nombre de José Mauro de Vasconcellos. Lo saco y veo el título: 'Diodao'. Lo hojeo y me entero de que son nuevas aventuras de Zezé, una especie de continuación de 'Mi planta de naranja lima'. Tiene un prólogo de Haydée M. Jofre Barroso, quien también es la traductora. Alcancé a leer que Diodao significa algo así como delirante. Lo editó 'El ateneo', no recuerdo en qué año.
Más tarde le conté este hallazgo a mi jefe, quien me dijo que le preguntaría a su amigo si esa secuela le interesaba. Todavía no me respondió. Entonces, si alguien puede avisarle a Julián Sánchez, el 'profe' de literatura que ganó en Párrafus con la novela de Vasconcellos, que dijo que lo utilizaba con sus alumnos y a quien quizá le interese esta rareza, tal vez todavía lo encuentre. La librería es la de avenida de mayo al 600. De nada.

Apéndice: Entro a Google para ver cómo se escribe el nombre de la traductora (que en definitiva recordaba bien) y lo primero que aparece en la lista es su traducción del cuento "Amor", de Clarice Lispector, el que se leyó en Párrafus. Gracias.

Letras orientales II


Con la bella caligrafía que es característica en aquellos lares, se dibujó un paréntesis oriental en la segunda semana larga de Párafus. Hugo nos leyó japoneses el lunes y el viernes. Y en el centro del paréntesis, como un manchón a lo Jackson Pollock, un nuevo ininterruptus (el primero de poesia).
Por otra parte, como atendiendo a la antiimperialista solicitud del oyente Mario Solaquián, ninguno de los autores de la semana fue norteamericano -excepto, diría yo, contra todos los pronósticos, quizá, el ininterruptus.
Otro figurado paréntesis estuvo dado por la identidad de los ganadores de lunes y viernes. El lunes, con Akutagawa, ganó Perenchio Coronel, el factotum de este Blog -mal que le pese-, y el viernes, con Yukio Mishima, ganó Martha Sanders, fiel seguidora de LosParrafistas -como contó anoche, tras la insistente indagatoria de nuestro conductor. (Tal vez, también, algo en su voz me lo sugirió, se trata de la habitual colaboradora que firma 'Marta'.)
Martha Sanders (lo escribo como lo escribió la producción en la lista de lecturas), profesora de matemáticas, ciudadana de Bahia Blanca, gana el juego por segunda vez. Su victoria anterior fue con "El cumpleaños de Juan Angel", de Mario Benedetti, el 6 de junio de 2006. ¿Quizá esa demoníaca fecha la condenó a no reincidir hasta ahora? Yo creo que sí. Porque anoche, al principio del programa, Hugo, en una de sus habituales paráfrasis alusivas, tuvo como modelo un poema de Benedetti.

Si te quiero es porque sos
lector, cómplice, con todo,
y en un libro, a nuestro modo,
somos mucho más que Dios...

...entonó Hugo, y el creador del Juan Angel (o el que creó al creador) aniquiló la condena.
(Además, esta semana, para comentar mi triunfo con el cuento de Akutagawa, yo había citado un poema de Benedetti.)




Acerca de Yukio Mishima (sobre cuya identidad, en ocasión de su lectura ininterrupta del 25 de marzo, se me acusó de dar indebidas pistas), copio lo siguiente del libro "Los inadaptados", de Colin Wilson, editado por Planeta en 1989 -y no por Sudamericana en los ´90, como escribí de memoria la vez pasada. Me disculpo por lo que me parece una fea traducción (de un tal Enric Tremps), pobre, descuidada, pero es lo que hay.

"El 25 de noviembre de 1970, el novelista Yukio Mishima, de 45 años, quizá el de mayor éxito en los anales de la literatura japonesa, se dirigió en un coche al cuartel general del ejército oriental de Tokio, acompañado de otros cuatro hombres entre los que se encontraba su amante, y secuestró al comandante en jefe, general Mashita. A continuación Mishima declaró que perdonaría la vida del general a condición de que toda la guarnición formara en el patio y escuchara en silencio un discurso que había preparado. Había avisado también a los medios de información, y cuando al mediodía salió al balcón las cámaras de televisión estaban presentes, Pero los soldados se negaron a escucharlo en silencio; hubo ruido, risas e insultos. La exhortación de Mishima al ejército para que se levantara y derrocara la democracia que habia privado a Japón de su alma pasó inadvertida en el tumulto; al cabo de siete minutos se dio por vencido y entró de nuevo en el cuartel. Entonces se arrodilló en el suelo, se desabrochó los pantalones, se clavó un sable en el vientre y lko movió de costado, destripándose a sí mismo. Su amante, Morita, intentó decapitar a Mishima con un sable, pero le temblaban las manos y solo logró rasgarle la espalda. En un segundo intento le laceró profundamente el cuerpo y solo al bajar el sable por tercera vez logró cortarle parcialmente el cuello. Otro miembro del ghrupo cogió el sable y le cortó la cabeza de un solo golpe. Entonces Morita intentó desentrañarse a sí mismo, pero no logró que la daga le penetrara en el vientre; asintió, descendió el sable y fue decapitasdo. A continuación pusieron en libertad al general Mashita. La gran rebelión romántica contra el mundo moderno había concluido.
(...)
"Puesto que tenía solo 16 años cuando se publicó su primera obra, su maestro le sugirió que utilizara en seudónimo. 'Yukio Mishima' fue el nombre elegido para sus cualidades estéticas; yuki significa 'nieve' y Mishima es una ciudad al pie del monte Fuji.
(...)
"No puede caber duda alguna que uno de los motivos más poderosos que incitó su conversión al romanticismo militarista fue su fascinación con el suicidio ritual tradicional: seppuku. Una de las imágenes eróticas predilectas era la de una daga introduciéndose en el vientre y la usó con fuerza en una narración breve titulada 'Patriotismo' (1961), que describe el suicidio ritual de un joven teniente que había participado en una rebelión derechista frustrada en 1936.(...) Más adelante Mishima dirigiría una película basada en dicha historia, en la que además interpretó el papel protagónico, cometiendo seppuku al son de la música de Wagner 'Liebestod', que tuvo un gran éxito en japón."

Me acuerdo que, cuando conocí la historia de este hombre, lamenté que los integrantes de nuestras fuerzas armadas no se hubieran inclinado durante su formación, o después, un poco más hacia los textos militares del otro extremo del eje Berlín-Tokio (y hacia sus honorables prácticas), así tal vez no hubiesen podido postularse a próceres de la nacionalidad, o diputados del congreso, después de sus fracasados asedios a la civilidad. Pero, claro, ¿quién decía que el suicidio, como la locura, no son para cualquiera?




"Patriotismo" fue el relato con el que anoche ganó Martha Sanders. "El muchacho que escribía poesía" fue el ininterruptus de Mishima del 25 de marzo.
Como dije, yo supuse que Hugo reincidiría con este autor eligiendo alguna de sus novelas: "Confesiones de una máscara" (1949), "Sed de amor" (1950), "El templo del pabellón dorado" (1956), "Música" (cuyo tema es el inimaginable psicoanálisis en Japón). De todos modos, no tuve oportunidad de 'hacer los deberes', como dijo Martha, por no estar sus raras obras a mi alcance. Lo que pude hacer fue ir a casa de mi vieja a buscar el cassette donde hace muchos años grabé "Mishima", la película de Paul Schrader (el guionista de 'Taxi driver', director de la remake de 'La noche de la pantera'), que nunca más, creo, volvió a pasar el canal Space. Extraña película con algo del expresionismo alemán en los decorados, pero multicolor, y una estructura que me recordó a la película de Desanzo-Feinmann sobre Borges (¿'Los libros y la noche' o 'El amor y el espanto'?), con su mezcla de biografía del autor y recreaciones de sus obras. ¡Grande, Mishima!

jueves, 10 de abril de 2008

Vera de Flores

Veramente, el siguiente Comentario de la oyente del barrio del Angel Gris merece transformarse en Entrada. Lo ubico así por si alguien se lo perdió. Y agradezco mucho a la virginal Vera, quien, como otros oyentes deberían hacer, parece dispuesta a salir del placard.


vera de flores dijo...

Hola, qué tal, hermoso blog, digno del programa!

Ante todo aviso que soy virgen: nunca interrumpí un párrafus.
En la época de "por amor al arte" lo escuchaba cada tarde, ahora lo hago las pocas noches en que el sueño tarda en poseerme.

Bueno, voy a lo quería decir, acerca del Parrafus desierto de la otra noche... por un lado lo escuchaba a Hugo leer y leer y tomar agua y leer, atragantarse de letras, porque leía para que lo interrumpan, y adivinaba en su voz una mezcla de disfrute, resignación y desesperación ("pobre huguito, que llame alguien ya!" pensé), pero por otro lado pensé también qué buenos oyentes cosecha este programa: no es habitual oír que alguien hable sólo cuando conoce de qué habla, y es tan fácil recurrir al google... Entonces mi imaginación abandonó las gotas de sudor poblando el rostro de Hugo, y voló a ver a los parrafistas exprimiéndose la memoria, recorriendo bibliotecas, abriendo y cerrando libros, preguntándose, arriesgando.
Al rato me dormí.

10 de abril de 2008 11:11

Los otros Parrafistas XII, o Corresponencias III

(...)
"No sé mucho de la llamada 'academia'. Pero, ¿qué les pasa? Vean, si me quieren negar a mí, háganlo. No me van a entristecer demasiado. Olvídense de mí. Y de muchos otros. Pero, ¿de Foucault? Eso es realmente grave. ¿En qué se basa ese desdén? Ninguno de ustedes es digno de haberle lustrado los zapatos a Foucault. Calma, señores. Pierden alumnos así. O los forman para el diablo. ¿Qué están enseñando? ¿Wittgenstein? ¿El viejo andamiaje del positivismo lógico? ¿La línea Heidegger-Lacan-Derrida? En fin, hagan lo que les parezca.
(...)
"Otro negado por los aparatos de poder académicos es el filósofo que hemos elegido para acercarnos más hondamente a la escencia del personaje que tratamos. Es (según Eduardo Grüner en su Prólogo al 'San Genet) eso que Marx decía de Hegel: un perro muerto. 'Ha superado hasta el infundio y la denostación, para ser arrojado por "los otros" al peor de los infiernos: el de la indiferencia' Ninguna cátedra importante de una universidad argentina lo tiene hoy en su bibliografía. 'Lo cual, escribe Grúner, quizá sea una buena señal: la de que todavía molesta'.
(...)
"Corre el año 1952 y Sartre publica 'Saint Genet, comédien et martyr', en ediciones Gallimard. Es un 'Prólogo' destinado a las 'Obras ompletas' del poeta Jean Genet. Según se sabe, Sartre era un escritor que se desbordaba. John Huston le encargó un guión cinematográfico sobre Freud y él se le apareció sólo un par de días después con un texto de 800 páginas. El 'San Genet', en tanto Prólogo, es más extenso que las 'Obras completas' de Jean Genet. Es un estudio sobre la condición del bastardo. Un estudio sobre la búsqueda del Ser. El bastardo, al no provenir de un padre o una madre, como la sociedad burguesa ha establecido, no tiene Ser. No es. El bastardo no tiene nada detrás. Pero habrá de luchar por Darse el Ser. 'Ni durante un instante se imagina que está condenado a la pobreza y la bastardía'. El bastardo, para superar su bastardía, debe actuar. Actuando se elegirá a sí mismo. Decidirá lo que habrá de ser. Irá en busca de su Ser. Se hará Ser. Será lo que haga de sí. La condición del hombre es, para Sartre, la de un agujero en la plenitud del ser. Porque el hombre es una nada. El hombre No Es. Tiene que hacerSe. Ese hacerSe es su proyecto. El hombre, por medio de sus proyectos, se arroja hacia sus posibles para darse el Ser. La búsqueda del bastardo es la búsqueda ontológica de la densidad del Ser. Lo han hecho bastardo. Ha nacido bastardo.
(...)
"Seguimos con el bastardo. El no se ha hecho ese ser que no es. Ser bastardo es no ser. Pero él puede hacer algo con eso que han hecho de él. Si de él han hecho algo que No Es, él habrá de conquistar su Ser. Habrá de ser alguien que Es. 'No somos terrones de arcilla (escribe Sartre) y lo importante no es lo que hacen de nosotros, sino lo que nosotros mismos hacemos de lo que han hecho de nosotros'
(...)"

(José Pablo Feinmann, "Peronismo, filosofía política de una obstinación argentina", fascículo 15, en Página 12, domingo 2 de marzo de 2008)

Jean Paul Sartre, Parrafista 55, 8 de agosto de 2006 / José Pablo Feinmann, Parrafista 266, 22 de enero de 2008 / Jean Genet, Parrafista 298, 10 de abril de 2008


La precedente entrega de 'Los otros Parrafistas' sirve para comentar el Párrafus de anoche, en el cual Hugo leyó "Las criadas", de Jean Genet. Y el ganador fue, una vez más, el oyente Alberto Lagunas, escritor y profesor de Rosario, quien, en su libro "El refugio de los ángeles" (cuyo hallazgo ya comenté en este Blog), citó el siguiente texto de Georg Büchner como Epílogo.

"Había una vez un niño pobre que no tenía padre ni madre. Todo estaba muerto, y no había nadie más en el mundo. Todo esto estaba muerto, y entonces él fue y buscó día y noche. Y porque en la Tierra no había nadie más, quiso ir al cielo, y la luna lo miraba con mucho cariño; cuando finalmente llegó a la luna, ésta no era más que un pedazo de madera podrida. Y entonces fue al sol, y cuando llegó al sol, éste no era más que un girasol marchito. Y cuando llegó a las estrellas, éstas no eran más que pequeños mosquitos de oro que estaban prendidos como las urracas sobre las acacias. Y cuando quiso volver a la Tierra, la Tierra era un jarrón volcado. Y el niño estaba muy solo. Y entonces se sentó y se puso a llorar, y todavía sigue allí sentado y está muy solo."

miércoles, 9 de abril de 2008

Letras orientales


Sobre la poesía ininterrupta de anoche, nada que declarar -solo que no fui yo quien reconoció al autor y no acertó con el título: yo llamé para tirar dos nombres, pero marré.
Entonces, volviendo al programa del domingo por la noche, sobre el cual, hasta ahora, la modestia me impidió escribir (gané yo con "Rashomon", del japonés Akutagawa), se me ocurre transcribir el siguiente poema de Mario Benedetti, que la Nacha Guevara transformara en canción cambiándole el gentilicio. Aunque no parece, viene al caso.

Orientalito que naces en tu jornada sin horas
y que todo lo deshaces y que todo lo devoras.
Orientalito que llegas con preguntas y estupores
y lloras porque te niegas a meterte en tus dolores.
Es cierto que no te ríes, pero nacer no es tan triste,
lo mejor es que te fíes del país en que naciste.
Este país, este suelo, te espera, pobre y te espera
con un antiguo desvelo, con nobleza de madera.
Este país, este mapa, puño nuevo y patria vieja,
es un país que te atrapa y así no más no te deja.
Ya que naciste al orgullo, acordate, orientalito,
que este país es murmullo, pero también es un grito.
Y si te espera en pobreza este suelo que es tan viejo
es porque nuestra riqueza se la llevaron muy lejos.
Y si te espera en prisiones, con la verdad mal herida,
es porque ha habido razones para jugarse la vida.
Y si te abriga en su pena, orientalito, acordate,
es porque la patria es buena, y es buena porque combate.
Orientalito, te estamos pidiendo lo que ya sos,
este país lo cambiamos sobre todo para vos.

martes, 8 de abril de 2008

Lo que no fue

El otro día me extrañaba que los últimos ganadores debutantes fueran todos mujeres: las números 50, 51 y 52 (Susana Petinatti, Marta Escarpite y María Inés Azarri). Tal vez hubo otra, pero no tengo la lista a mano para verificar. Creo que el último debutante varón fue Alberto Lagunas, de Rosario, que ganó con "Himnos a la noche", de Novalis.
Esta noche, lunes para martes, aparece otro ganador varón de primera vez: Naón Soibelson, de Almagro, director teatral que reconoció la recóndita obra de Eduardo "Tato" Pavlovsky "El robot".
Yo reconocí al autor -Rodrigo me dejó arriesgar- y me gasté 80 centavos del crédito de mi celular en tres lamadas para tirar los siete títulos suyos que pude recordar. Imposible recordar "El robot": no lo conocía. Naón, por su parte, tuvo que buscar su volumen con las obras completas del autor para ver cómo se llamaba aquella obra. Tuvo tiempo: se leyó durante 11 minutos.
Tato Pavlovsky, admirable dramaturgo, psicoanalista y militante cultural, era uno de los autores argentinos que estaba esperando, y con el que me hubiera gustado mucho ganar -como con César Fernández Moreno, otro admirado que esperaba; pero no pudo ser. Había pensado que, cuando llegara su turno, Hugo elegiría "El señor Galíndez", su pieza más famosa -la única que leí-, pero se fue a las antípodas: a una obra de 1966, una de las primeras, parece, y si no fuera por la aparición de un profesional de la cosa, tal vez se hubiese cumplido el mal presagio de ininterruptus que me pareció adivinar en los suspiros de nuestro conductor antes de empezar la lectura. A propósito, Naón se presentó como el esposo de María Inés Azarri, la ganadora debutante del lunes pasado, la actriz que develó "Recordando con ira", de John Osborne.
También dijo Naón que esta obra de Pavlovsky era más "del absurdo", no tan "política" como las posteriores. Se me ocurrió, no sé por qué, que Tato no estaría muy de acuerdo con esto. A mí, sin conocer la una ni -casi- las otras, sin poder, entonces, fundamentarlo, me rechinó un poquitín esa distinción. Pero yo soy un aficionado, "soy un simple vigilador", como dice un compañero cuando discute con el jefe.
Pero lo que también me rechinó esta noche, a raiz de esto de ganadoras y ganadores, fue pensar en algo -otra cosa- que no fue.
Cuando hace poco hice el cálculo pedido por Hugo, que dio como resultado que el ciclo por entonces tenía 49 ganadores, pensé en cómo me gustaría que la ganadora número 50 fuera Cristina, la mía, mi futura mamá. (Cuando nos conocimos, o a poco, yo la llamaba "mi futura novia"; después -¡en chiste!-, "futura esposa"; ahora le digo "mi futura mamá".) Pero ella, remisa como siempre a la exposición pública -y a cualquier clase de fraude-, dijo que ni loca se prestaría. Además, por cierto, la siguiente noche en que escuchamos el programa juntos -circunstancia indispensable para que yo le diera la respuestra correcta-, apareció Susana Petinatti, la taquígrafa de Belgrano, para ganar con el cuento de Drummond de Andrade -del que yo no tuve ni idea.
Hoy, los esposos de Almagro, sin disputarse protagonismo, sin afán de aspirar al trofeo de mayor ganador mensual, decidieron que esta vez fuera él quien respondiera. Lo cual me pareció también admirable. Lo dicho: profesionales de la cosa -que están en otra. Y me saco el sombrero.

sábado, 5 de abril de 2008

El otro diablo

"Frente a las vidrieras de Cassinelli había un niño de unos seis años y una niña de siete; bien vestidos, hablaban de Dios y del pecado. Me detuve tras ellos. La niña, tal vez católica, sólo consideraba pecado mentir a Dios. El niño, quizá protestante, preguntaba empecinado qué era entonces mentir a los hombres o robar. 'También un enorme pecado -dijo la niña-, pero no el más grande; para los pecados contra los hombres tenemos la confesión. Si confieso, aparece el ángel a mis espaldas, porque si peco aparece el diablo, sòlo que no se le ve'. Y la niña, cansada de tanta seriedad, se volviò y dijo en broma: '¿Ves? No hay nadie detràs de mì'. El niño se volviò a su vez y me vio. '¿Ves?' -dijo sin importarle que yo lo oyera-, detràs de mì està el diablo'. 'Ya lo veo -dijo la niña-, pero no me refiero a ese'."

Franz Kafka

Los otros Parrafistas XI

"Las semanas pasadas pregunté por Mercé Rodoreda en una librería de Barcelona, y me dijeron que había muerto hacía dos meses. La noticia me causó una pena muy grande, primero por la admiración muy justa que siento por sus libros, y segundo por el hecho inmerecido de que la noticia de su muerte no se hubiera publicado fuera de España con el despliegue y los honores debidos. Al parecer, pocas personas saben fuera de Cataluña quién era esa mujer invisible que escribía en un catalán espléndido unas novelas hermosas y duras como no se encuentran muchas en las letras actuales. Una de ellas -'La plaza del diamante'- es a mi juicio la más bella que se ha publicado en España después de la guerra civil.
(...)
"Creo -si no recuerdo mal- que Mercé Rodoreda es la única escritora (o el único escritor) que he visitado sin conocerla, impulsado por una admiración irresistible. Supe por nuestro editor común, hace unos doce años, que ella estaba en Barcelona por pocos días, y me recibió en un apartamente provisional , amueblado de un modo muy sobrio y con una sola ventana que daba sobre el jardín crepuscular de Monterolas. Me sorprendió su aire distraído, que más tarde encontré definido en uno de sus prólogos: 'Quizás la más marcada de mis múltiples personalidades sea una especie de inocencia que me hace sentir bien en el mundo en el que me ha tocado vivir'.Entonces yo sabía que junto a la vocación literaria tenía una vocación paralela, tan dominante como la otra, y era la de cultivar flores. Hablamos de eso, que yo consideraba como otra forma de escribir, y entre rosas y rosas trataba de hablarle de sus libros, y ella trataba e hablarme de los míos. Me llamó la atención que de todo lo escrito por mí le interesaba más que nada el gallo del coronel que no tenía quien le escribiera, y a ella le llamó la atención que me gustara tanto la rifa de la cafetera en 'La plaza del diamante'. Tengo hoy un recuerdo entre nieblas de aquel extraño encuentro, que sin duda no fue uno de los recuerdos que ella se llevó a la tumba, pero para mí fue la única vez en que conversé con un creador literario que era una copia viva de sus personajes. Nunca supe por qué, al despedirme en el ascensor, me dijo: 'Usted tiene mucho sentido del humor'. Nunca más tuve noticias de ella, hasta que supe, por casualidad, y en mala hora, que le había ocurrido el único percance que podía impedirle seguir escribiendo."

("Recuerdo de una mujer invisible: Mercé Rodoreda", por Gabriel García Márquez, Clarín, Cultura y Nación, 30 de junio de 1983)

García Márquez, Parrafista 5, 12 de abril de 2006 / Mercé Rodoreda, Parrafista 251, 5 de diciembre de 2007

Títulos IV




Felisberto Hernández, “otro Parrafista”, escribió un cuento que tiene tres títulos: Juan Méndez o Almacén de ideas o Diario de pocos días. El mismo explica en el cuento el por qué.

...pensé en el título. Esto es muy bravo, porque el título significa la síntesis de todo lo que se va a decir...
...muchos lo leen por el título. Yo he elegido tres, porque uno sólo no alcanzaba a conformarme. Además...se adaptarán a los distintos lectores...



Popol Vuh, es el título del texto sagrado de los indígenas Quichés (que vivían en la actual Guatemala); donde relatan sus mitos de la fundación del mundo, la creación del hombre a partir del maíz y la historia de sus guerras y sus reyes, hasta la conquista española. Sus versiones originales posiblemente fueran ideográficas, dibujadas sobre piel o cueros. Después en idioma quiché, de donde fue traducido al latín y luego al español (en 1656) , por unos frailes. Significa: libro de la comunidad o libro del consejo. Vuh (se pronuncia vuj – muy similar a la palabra inglesa book) significa libro en quiché. Y para complicar un poco más las cosas, Popol; que significa consejo, junta, comunidad; suena muy parecido al latín populus. ¿No les parece que podemos pensar en una cierta influencia de los frailes traductores? ¿O será que algún Quiché estuvo paseando una temporadita en europa, antes del 1500?

viernes, 4 de abril de 2008

¡"Mi planta de naranja lima"!

¡"Mi planta de naranja lima"!
¡¡"Platero y yo"!
¡¡¡"Chico Carlo"!!!
¡Aquellos libros escolares, los primeros libros!
Jamás los leí. Nunca tuve los libros de la primaria. Mi viejo colectivero, mi madre empleada doméstica, no podían comprármelos. (Yo, para leer, le pedía a mi cuñada, la Coca, la esposa de mi hermano mayor, Coco, el libro sobre espiritismo de Allan Kardec.) Me acuerdo que las maestras nos sentaban, a cada uno de los que no lo teníamos, con uno que lo tenía. Julián Sánchez, el profe de literatura que ganó anoche con el primero de los títulos 'evocados', debe saber bien de lo que hablo -y los demás también.
Se ganó Julián la novela "El desperdicio", de Matilde Sánchez, la más bella mujer de las letras argentinas contemporáneas -coincido con Hugo. Pero falta nombrar al autor de la novela de anoche: es el brasileño José Mauro de Vasconcelos.
Volviendo brevemente al programa de anteanoche, quiero citar una frase de Saul Bellow que leyó nuestro conductor. Parece que cuando ganó el premio Nobel (en 1976) le preguntaron cómo se sentía. Y el galardonado respondió: "No lo sé, todavía no he escrito acerca de ello".
De Bellow tengo una novela que nunca pude terminar de leer: "El planeta de mister Sammler". Hace poco vi en la tele el fragmento de una película que, por el episodio que ilustra, o es un plagio, o es la adaptación de ese libro: la actividad de un carterista negro observada en un micro por un anciano tuerto. Y a propósito de adaptaciones cinematográficas, anoche, en TCM, con Burt Láncaster como protagonista, se dio una sorprendente versión -para mí, por lo desconocida- de una novela de uno de los Ininterruptus de diciembre.
Pero bueno, con Bellow y con Vasconcelos se fue la primera semana larga de Párrafus. Semana óptima, creo: tuvimos cinco ganadores distintos, incluida una ganadora nueva, ¡y no ganó Perenchio, vive Dios!

Apéndice: La vez pasada, hace poco, cuando se leyó el cuento de Drummond de Andrade, Cristina, por el ambiente brasileño del relato, pensó en "Mi planta de naranja lima", y después dijo que algún día, pronto, aparecería en Párrafus. Pero ella tampoco tuvo nunca el libro.

jueves, 3 de abril de 2008

Cambio Bellow por Brassens

"Autodenominado 'pornógrafo del fonógrafo', el cantante y poeta George Brassens demostró desde la Francia existencialista de pleno siglo XX que canción, masividad, amor, humor y poesía no implican un choque de planetas. Combinando la mejor tradición medieval del trovador con la natural convicción de que cantar y decir no son caminos divergentes, el bigotudo vate fue modelo para una saga de fieles que va de Nacha Guevara a Joan Manuel Serrat, y de Gian Franco Pagliaro a Joaquín Sabina. Como describió un neutral poeta porteño, 'Brassens es una cruza entre la picaresca y el lirismo', un bon vivant no de alcurnia sino más bien atorrante y peatón. Y con Jacques Brel, Boris Vian y algún otro, protagonista cardinal de la canción francesa, con 140 temas que siguen dando mucho que hablar y cantar.
"En una exacta parábola vital, Brassens murió muy poco después de su cumpleaños. Así, un mismo artículo puede evocar el ochenta aniversario de su nacimiento y el vigésimo de su fallecimiento a los redondos sesenta años. Había nacido el 22 de octubre de 1921, y murió el 29 de octubre de 1981, luego de vender 50 millones de discos y libros de poemas.
(...)
"Otras canciones hablan de un hombre quejoso de haber sorprendido a su amante con su marido; de los pechos de una campesina que le da de mamar a un gatito abandonado o de una esposa siempre lista para los amigos de su esposo.
(...)
"'Morir por las ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta', dijo a contrapelo del romanticismo revolucionario que lo rodeaba..."

"Un militante del placer", artículo de Gabriel Senanes en Clarín Espectáculos, 21 de octubre de 2001

miércoles, 2 de abril de 2008

Los otros Parrafistas X

"En singular recuadro el diario 'Clarìn' publicó el 19 de mayo último una carta del escritor Graham Greene, donde expresa sus opiniones sobre el conflicto de las Malvinas, las que el nombrado matutino presenta como positivas, seguramente porque en las mismas el famoso escritor inglés afirma que las Malvinas Argentinas son argentinas (chocolate por la noticia), y que habría que aceptarse tal soberanía argentina, pero con la previa aceptación de parte de la Argentina de una serie de condiciones políticas, como ser el final de la 'dictadura militar' y la implantación de un gobierno civil para concretar la paz.
"Lo que de ningún modo aclara el matutino de marras que publica esta carta (y creo que tiene su importancia) es la reconosidísima y confesada calidad de agente inglés de Graham Greene, y en consecuencia las evidentes implicaciones políticas de las declaraciones hipócritas de un viejo y activísimo agente (nada secreto por cierto), que en servicio de Su Majestad Británica actuó durante años en Africa, en Vietnam, y principalmente en México, vale decir en América Latina, donde acentuó su carácter de agente inglés, labor en donde aplicó con verdadera saña sus condiciones de escritor.
"¿Pueden engañarnos las muecas de este viejo mono? El colonialismo inglés siempre agredió a los pueblos del mundo con el pretexto de altos fines morales. ¿Debemos escuchar las palabras de este confeso agente inglés? ¿Debemos seguir consumiendo y reverenciando sus engendros sentimentaloides? ¡Ojo con esa hipocresía tan británica!
(...)
"Recordemos que la más acerada arma del enemigo fue siempre la hipocresía."

'Bernardo Kordon desenmascara a Graham Greene', Caras y caretas, año 84, Nº 2188, julio de 1982.

(Graham Greene, Parrafista 124, 24 de enero de 2007 / Bernardo Kordon, Parrafista 172, 31 de mayo de 2007)

Querido diario

Anoche Hugo nombró a Laura Falcoff. Ella no volvió a ganar después del encuentro de oyentes de la Feria del Libro. Si no me equivoco, su último triunfo fue con el cuento de Katherine Mansfield. Anoche, después de nombrar a Laura, Hugo leyó un cuento de otra Katherine, la Ann Porter.
Hay otra Mansfield famosa: una actriz (¿Jane?). Anoche, ni no escuché mal, Hugo dijo que la Porter también fue actriz.
Pero esto no es nada. Lo que hay que decir es que en el origen de este Blog está Laura Falcoff. En estos días, cuando tuve que recurrir a Internet para rellenar un poco mis reseñas del programa, hete aquí que tengo que confesarlo. (En la Feria del Libro, cuando la invité a que participe en alguna forma del recién creado Blog, Laura dijo que no solía frecuentar la Internet.) Esta mención de la Falcoff, la de anoche, me conmina a sincerarme. Es mentira lo que escribí en "Origen del Blog" o en "Nacimiento del Blog". Aunque, en realidad, no miento. Atención a los ladrones de frases, acá va una: yo no miento, mejoro la verdad. En la reseña acerca del Párrafus en vivo de la Feria (en unas palabras que aquel encuentro me inspiró) nació auténticamente este Blog.
Hugo dijo anoche que lo llamó Laura Falcoff para decirle que, anteanoche, sabía lo que se estaba leyendo pero no se pudo comunicar. Anteanoche se leyó "Recordando con ira".

Vino de la ira




“Como recuerda un poema de Philip Larkin, los angry young men (jóvenes iracundos) fueron los primeros que en Inglaterra pusieron el sexo en un primer plano antes del primer LP de los Beatles. La novela “Lucky Jim” (1954) de Kingsley Amis fue el puntapié inicial, la primera obra de ficción del poeta que se convirtió, para sorpresa de su autor, en un rápido e incómodo best seller y en el símbolo de una generación en movimiento.
(...)
“En 1951, el filósofo religioso Lesley Allen Paul publicó un volumen titulado “Angry young man”, historia de un marxista que en los años de entreguerra exalta la lucha de clases para terminar convertido al cristianismo. Pero la expresión que definiría a los jóvenes iracundos entró en el uso popular solo después de representada la obra de John Osborne en el Royal Court Theatre, el 8 de mayo de 1956. El protagonista de “Recordando con ira” es Jimmy Porter, cuyo nombre va unido al de Lucky Jim. Jimmy es un nostálgico que oculta bajo la máscara de la lucha de clases sus propias tensiones sexuales y que maltrata a su mujer porque proviene de una honorable familia, y porque, en suma, las mujeres no lo atraen tanto. Las protestas de Jimmy en contra de la monótona, fosilizada vida inglesa encontraron eco en el público, que parecía reconocer en el actor a un íntimo confesor.”

(“Pasiones recobradas”, Sergio di Nucci, Radar-Libros, Página 12, 11-07-2004)

Pero, de los jóvenes iracundos, el que a mí me gusta es Colin Wilson, el autor de “El disconforme”. ¿Alguien lo conoce? Es este:

“’The outsider’ es un libro incompleto. Fue concebido simplemente con la intención de documentar y ordenar un tema que, por motivos personales, me resultaba absorbente de manera singular: el tema de la tensión mental y las fronteras de la insanìa.
(...)
"Con cierta razón, algunos críticos objetaron que el término ‘Outsider’ (Apartado) era impreciso, que una palabra aplicable tanto a Boheme como a Nijinsky, tanto a Fox y Gurdjieff como a T.E. Lawrence o a Van Gogh y Sartre, prácticamente carecía de significado. Sin embargo, también para mí esta palabra tiene un sentido vago. El Hombre Apartado sólo es aquel individuo que percibe una extensión ligeramente más amplia en las notas que componen su teclado. La cuestión última que a mi juicio sugiere “The outsider” es: ¿cómo puede extender el hombre su amplitud consciente? Los hombres a que me referí tenían una cosa en común: un conocimiento intuitivo de que su amplitud podía ser ensanchada y un admonitorio descontento con la amplitud de su percepción cotidiana.”

("Función social del Hombre Apartado", Colin Wilson, Sur Nº 245, marzo-abril 1957)

Como novelista, de Colin Wilson encontré en castellano “Ritual en la oscuridad”, “El dios del laberinto”, “Duda necesaria” y “La caja de cristal”, y me quedó para siempre, prestada por mi viejo amigo Fabio, “Parasitas da mente”, en un muy comprensible portugués. También tengo otro ensayo, "Los inadaptados", que publicó Sudamericana en los ´90, donde se encuentra un muy revelador texto acerca del autor del último Ininterruptus de Párrafus.
Pero este lunes (o martes, ustedes elijan) Hugo leyó “Recordando con ira”, de John Osborne, y nos sorprendió una nueva ganadora nueva: María Inés Azzarri, actriz y directora de teatro del barrio de Almagro. Y hoy, digamos miércoles, de la obra protagonizada por el joven Porter pasamos a un cuento de la norteamericana Katherine Ann Porter –que también fue actriz: “Vino de mediodía”, que fue reconocido desde Rosario por el escritor y profesor Alberto Lagunas, de quien ya escribimos en ocasión de su primera victoria, en febrero, con la poesía de Novalis.
El comienzo del mes de abril (el mes más cruel, según el reciente Parrafista T.S. Eliot) sitúa en el podio a profesionales de la cosa. ¡Enhorabuena!

Más Internet de miércoles (¿por qué no?)

"Katherine Ann Porter es, sobre todo, una gran contadora de historias, en el sentido que le daba Flannery O'Connor al referirse a la narrativa como un arte de la encarnación. Dicho de otro modo: relatar una historia de tal forma que deje en el lector la sensación de lo vivido.

Porter publicó su primer cuento a los treinta y tres años en la Century Magazine, de Carl Van Doren quien, tras leerlo, le dijo: “¡Creo que eres escritora!” A continuación escribió una serie de relatos sobre mujeres sin caer jamás en la tentación ideológica del feminismo ortodoxo. Más tarde empezarían a poblar sus narraciones personajes entrañables como el Mr. Helton, de Vino de mediodía, o Miranda, su alter ego, que atraviesa la niñez, la adolescencia y finalmente da el salto al abismo de la edad adulta en Pálido caballo, pálido jinete, trilogía de novelas cortas que ahora es editada, junto con la totalidad de sus cuentos, por la editorial Lumen.

La autora nació y fue educada en Indian Creek, Texas, vivió en México y en varias ciudades europeas, sobrevivió a la tuberculosis y a una pandemia de influenza y fue enterrada a los noventa años junto a su madre, en el mismo lugar donde había nacido. La biografía de un autor no explica su obra, pero su caso, como ella misma declaró en una entrevista al Paris Review, fue fundamental: “En mi vida jamás he escrito una historia que no estuviera sólidamente fundada en la experiencia humana.” Indiferente a las vanguardias literarias de la época, en esa misma entrevista señalaba que cualquier obra de arte “debería hacernos sentir reconciliados”, o hacernos sentir “lo que los griegos llamaban una catarsis, la purificación de mente e imaginación”."

martes, 1 de abril de 2008

Etimológicas y Escatológicas



Barujel y Azulay es una empresa porteña que vende sanitarios y azulejos. No es muy extraño que ese sea el rubro, ya que la palabra azulejo viene del árabe azzuláy, de modo que el oficio ya estaba predestinado en el apellido de uno de los socios.

Sanitarios Ortelli es otra empresa local del mismo rubro: vende grifería, caños y artefactos para baños. También podemos pensar que el oficio estaba predestinado en el apellido, pero no por su raíz etimológica precisamente.